Christopher González, un rostro que transmite amor, fuerza y perseverancia

Christopher González, un rostro que transmite amor, fuerza y perseverancia

Cuando Celedonia Taylor de González habla de Christopher lo hace con emoción, recordando todo lo que le ha enseñado en muy poco tiempo: amor, fuerza y persistencia. Admite que su pequeño ha sacado a relucir lo mejor de ella al plantearle retos que jamás pensó que podía enfrentar y vencer.

 

Llegó con un ADN especial: perseverancia, cualidad que se lo notó al nacer y que le precede en todo lo que hace. Cuando Christopher nació los médicos le diagnosticaron parálisis cerebral, epilepsia y microcefalia, una condición que limita su desarrollo motor, pero no su intelecto, su disposición por la vida y las ganas de aprender nuevas cosas.

 

Este pequeño de 10 años que vive en el corregimiento de Changuinola, provincia de Bocas del Toro, pertenece a Ángel Guardián, programa adscrito al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) que brinda beneficios a 19,107 panameños (as) con condiciones especiales.

 

La historia de Christopher permite visualizar los retos que deben enfrentar las personas con discapacidad y la necesidad de seguir promoviendo políticas públicas a favor de esta población vulnerable.

 

En los últimos dos años el Gobierno Nacional a través del Mides ha brindado 153,269 atenciones y ha desembolsado 36.4 millones de balboas a favor de panameños con condiciones de dependencia y que viven en situación de vulnerabilidad.

 

La transferencia monetaria condicionada le ha permitido a esta población el acceso a los servicios básicos como alimentación, salud y educación. Christopher asiste al Centro Educativo 4 de Abril en Changuinola, donde aprendió a desarrollar esa imaginación innata que tienen todos los niños de su edad.  Su maestra Marjorie Camargo lo describe como un estudiante “luchador” que vive sin complejo a pesar de las dificultades que enfrenta día a día.

 

Christopher es un ejemplo de superación personal. Basta con mirar su boletín de quinto grado con calificaciones de 4.1 para entender que la discapacidad que enfrenta más que restarles oportunidades, le imprime ganas por encontrar un espacio, donde pueda aportar todo lo que sabe y lo que le queda por aprender.

 

Para demostrar esos avances que ha logrado su hijo, Celedonia de 48 años muestra orgullosa la libreta de su hijo, donde ha dibujado tres barcos que hacen remembranza a las calaveras La Niña, La Pinta y La Santa María. Su padre Rigoberto González le ha ayudado a dibujarla.

 

En la libreta también se puede observar trazos, líneas adornadas de colores, de imaginación, que representan el esfuerzo de un niño que está abriéndose paso en una sociedad cada día más inclusiva.

 

Una vida que inspira a ser mejores personas

 

La llegada de Christopher a las vidas de Celedonia y Carlos ha desencadenado una serie de buenas acciones que muestra hasta donde pueden llegar unos padres por buscarle mejores días a un hijo.

 

Desde hace unos años Celedonia incursionó en la elaboración de panes y dulces caseros, actividad que le genera ingresos extras para su familia. Mientras que Carlos regresó a la escuela a completar su bachiller. En enero cursará el duodécimo grado y habrá obtenido el título de media que le abrirá las puertas para ingresar a la universidad.

 

Carlos quiere estudiar enfermería, para darle una mejor calidad de vida a su hijo Christopher, quien el próximo año se someterá a una operación en Estados Unidos que le permitirá con la ayuda de terapias movilizarse por sí mismo.

 

“En ocasiones la vida nos pone pruebas que, en su momento, no entendemos, pero que luego con el pasar de los años, la madurez y el aprendizaje lo transforman en experiencias que nos impulsan a ser protagonistas de nuestro propio destino”, expresó Carlos.

 

Celedonia y Carlos coinciden que el Estado ha dado pasos importantes en lo que respecta a cobertura a favor de las personas con discapacidad severa. Aunque reconoce que las transferencias económicas no cubren todos los gastos, ayudan a solventar gran parte de los insumos que requiere Christopher para tener una vida digna.

 

La ministra María Inés Castillo explicó que los beneficiarios de Ángel Guardián son personas que por su grado de discapacidad no ingresaron al mercado laboral y requieren del apoyo del Estado, en ese sentido, adelantó que el programa se está reforzando con el fin de captar más beneficiarios que requieren una asistencia social.

 

Castillo recordó que estas transferencias están alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente con el ODS #10 que hace referencia a la reducción de las desigualdades, un compromiso que asumió el Estado y que está permitiendo que personas relegadas del desarrollo social tengan oportunidades.

 

Para José Alvendas, director del programa Ángel Guardián, la historia de Christopher refleja el esfuerzo que el Gobierno Nacional está haciendo en favor de la inclusión y el derecho que tiene todas las personas con discapacidad severa.

 

Un reporte de la Dirección de Inclusión y Desarrollo Social del Mides indica que la mayoría de los inscritos (7,989) tienen entre 30 y 59 años. El segundo rango de edad son menores de edad (4,795) y el tercer grupo (4,327) tienen entre 18 y 29 años. Estas cifras demuestran la necesidad que existe de seguir atendiendo a una población vulnerable que requiere de sistemas de protección.

 

Ángel Guardián ha crecido con los años. En agosto de 2013 arrancó con una planilla de 1,657 beneficiarios, nueve años después la cifra ascienden a más 19 mil panameños, lo que demuestra que existe un plan de trabajo enfocado en proteger a los más vulnerables.

 

Cada día Christopher seguirá retando a sus padres a ser mejores personas, mejores ciudadanos a ser profesionales. Es así como motivó a su papá a culminar sus estudios secundarios. Este pequeño llegó para inspirar y para demostrar que no hay barreras y obstáculos que en la vida no se pueden vencer.

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